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Editorial
Determinamos nuestra conducta en función de lo que pensamos y creemos posible. En nuestras mentes, todos somos compositores y es una elección soñar con mezquindad o elevarse en un sueño sin peros, que te inspire y conecte con emociones empoderantes.
¿Desde donde te sitúas cuando piensas en el futuro? ¿Desde lo que no quieres y temes, o te abres a la posibilidad de que todo lo bueno pueda ocurrir? ¿Cómo pretendes lograrlo si ni siquiera te permites imaginarlo?
Educar la mente es un arte de sabios. El sabio no desconoce la realidad, pero no se deja cohibir por el realismo mediocre de quienes apagan sus sueños y se convencen de que aquello que alguna vez no resultó es su destino.
Si eres el amo y señor de tus pensamientos, ¿por qué no educar la mente en el optimismo? Donde está la atención está el sentimiento, y el sentimiento adecuado te impulsará a ser la mejor versión de ti mismo, iluminando tu camino y el de otros.
¿Qué tipo de pensador eres? Conócete, aprende de tus experiencias, ponle palabras a tus sueños y actúa de forma coherente con tus propósitos. Dios te dio una mente poderosa, sueña en grande, siente en grande y haz el bien.
